viernes, 29 de noviembre de 2013

El hechizo de Sauron [Fanfiction]

[El presente fic está narrado bajo el punto de vista del personaje Frodo Bolsón, el autor de este fic nada tiene que ver con Tolkien Estate o Warner Brothers]


¿Te has imaginado, alguna vez, una realidad paralela en la Tierra Media? ¿Frodo nunca hubiese llevado el Anillo, y para ello, debe ordenar las cosas tal y como iban?.


.....
Cuando abro los ojos, mis dos manos se encuentran atadas a algo que no logro reconocer, pues he notado que no puedo ver nada, es una oscuridad inmersa que domina el lugar en donde me hallo. Trato de moverme y suspirar con fuerza pero lo único que logro es movimientos de espantos, echo la cabeza hacia atrás y alzo con ligereza la barbilla. No puedo saber si tengo El Anillo o no conmigo, pues ni siquiera sé donde ando parado.

Nuevamente opto por hacer un nuevo intento por moverme, y sólo consigo el mismo resultado, una y otra vez. ¡Sam! grito con todas mis fuerzas el nombre de mi compañero, el que había cruzado conmigo los limites de La Comarca, Bree, Rivendel, Khazad-Dum. Y ahora, no sé donde está, no tengo idea de si está vivo, muerto, desaparecido o capturado.

Escucho una voz que parece un siseo atrapado en el cuello, un metal atrapado en la lengua, percibo dicho sonido emitido por alguien, o algo. ¿Qué es esto? ¿Porqué estoy atado? ¿Donde estoy? Son tantas las preguntas que van alrededor de mi cabeza.

Precioso... —dice la voz, aquella que parecía un ronroneo viejo de gato por una bola de pelos, alguien atragantado emitiendo palabras—

Siento como una vieja mano se coloca sobre mi pierna, y sube por mi cuerpo. Sus ojos grises penetran sobre los míos azules, es horroroso, es un hombre hecho bestia, uno que puede ser domado y tratado como una especie cualquiera. Era.. Sméagol.

—¿Sméagol? —pregunto a la criatura, que sigue mirándome a fondo—
No obtuve respuesta, y "Sméagol" aparta su mirada de mi para irse a cualquier camino. Es la Oscuridad tan potente que ni siquiera sé a donde fue.

Ni siquiera estaba la espada de mi tío Bilbo, Dardo, aquella que podía iluminar luz azulada cuando se acercaban Orcos u otras criaturas retorcidas bajo la tútela de las tierras de cenizas. Finalmente, lo que me oprimía las muñecas de las manos van desenlazando estas a medida que, una ves terminado el peoceso, caígo.

Grito, pues no sé donde me hallo como he dicho varias veces, no sé si encontraré la vida, la muerte, tengo miedo, ni siquiera las palabras de valor de Gandalf podían ayudarme en aquel momento.

Gimoteo cuando aterrizo a la dura superficie, me arrastro como puedo y me aferro por medio de una pared. Una niebla blanquecida me envuelve y da paso a una impotente luz que me cega los ojos en un principio, pero al adaptarse estos a ella, una silueta esbelta con puntas adornando su cabeza camina lenta y constantemente hacia mi, de su espalda, brota un bastón de hierro cuyo golpecito al suelo se escucha como un trueno que golpea El Mundo.

—¿Y entonces pensaba el viejo mago que un hobbit podía llegar a mi reino sano y salvo? —exclama la voz, que emite una carcajada irónica y burlona, una que causa que el vello de mi piel se erize por completo— ¡Un craso error!.

Sauron...
Murmuro, era él, el creador del Anillo Único, no era una torre con un gigantesco ojo que todo lo ve sobre su cabeza, su armadura cubría todo su cuerpo, emitía suspiros que parecían vientos que arrasaban contra las casas, tormentas que sacudían el mar. Era todo tan, escalofriante, ante mi, tenía al Gran Enemigo de la Tierra Media.

—Vaya, haz dicho mi nombre —comenta Sauron acentuando la última palabra en un vocablo muy alto para mis oídos— ¿Entonces, Frodo de la Comarca, te preguntas pues porque estás aquí?
Me resisto a contestar en un principio, no sabía si era realidad, o una ilusión, pero aún así aceleraba mi corazón.
—S-si...—musito, con una voz que tambaleaba sobre mi cuello—
—Entonces creo que necesitas saber...la respuesta.

Sauron hacía un ademán con la mano izquierda y se pasó la batuta-bastón de hierro a ella.
—Tú habías sido asignado para llevar El Anillo hasta los fuegos del Monte del Destino, acompañado por dos hombres, tres hobbits, un enano, un elfo, y un mago. Desgraciadamente, Gandalf el Gris "murió" combatiendo contra un Balrog en Moria..
>> y tú y tu fiel amigo Sam anduvieron por su cuenta, pero, ahí quedó.

Su voz se mostraba odiosa, repulsiva, pero todo ello estaba simplemente adornado por un toque de amabilidad elegantemente cualquiera.
—¿¡Donde está Sam!? —gritoneo a Sauron, en espera de una respuesta—
—No es lo que crees... —me responde— verás, desde que tú y él se fueron tras la disolución de la Comunidad del Anillo, yo mismo contacté con mis mejores hechiceros y practicantes de la Magia Negra para alterar el pasado, y el futuro, es decir, la realidad donde estás presente ahora, es una muy distinta a donde habías quedado en la otra. En esta realidad, Sam es quién lleva el Anillo, sin compañía alguna pues él creé que habías muerto a manos de un Uruk-Hai.
—¡No! ¡No es posible! —grito, fundiendo mis dientes contra mis labios—
—Nada es imposible en este mundo, pequeño hobbit —dijo Sauron y prosiguió con su relato— desafortunadamente en esta realidad todos desvanecen sus esperanzas en Sam por considerarte a ti un héroe, y a él el fiel ayudante, es torpe, puede perderse fácilmente. Si fracasa, entonces toda la Tierra Media será mía..

No quería aceptar sus palabras, ladeaba continúamente con la cabeza para disipar sus pensamientos, creía que todo era una pesadilla, y cerré y abrí los ojos para comprobarlo, pero, nada....

—Jamás
—¿Qué vas a hacerme entonces? Si entonces lo pides, te liberaré, y tratarás de conseguir que todos recuerden a Frodo Bolsón, el portador del Anillo, aquel que dícese de su falsa muerte por ordenes mías. —Sauron se yerga y entrelaza sus manos— o entonces, cederás finalmente a que te mate, tu muerte no será dolorosa, sino rápida, tan rápida que no la sentirías..

Vuelvo a negar, pero, finalmente suspiro y digo;
—Si entonces alteraste la realidad, pues, déjame ir.
Sauron rió con ganas
—¡Qué dulce! Pues tus deseos son.....¿Cumplidos? 




.

Vaga un pequeño bote élfico sobre el río, me muevo en él al sentir todo mi cuerpo pesado, como si mil piedras impidieran mi movimiento, con todo mi esfuerzo, vuelvo a moverme y me yergo con lentitud para darme cuenta de que estoy en una zona desolada, árboles destruidos e incinerados. Había tanto humo que tuve que cubrirme la nariz.

—¡Los orcos han atacado, corran! —gritaba una desesperada voz, seguida de ello, un grupo de hombres y mujeres corría con fuerza por sus vidas. Algo que en un principio me asustó, quise seguir viendo, pero sólo pude horrorizarme al ver como esas...malditas criaturas oscuras horrendas mutilabah a los hombres, castraban a las mujeres, y prendían fuego al cadaveres de sus hijos.

—¿Pero qué....? —me hago uh ovillo en la canoa, y vuelvo a pensar en las palabras de Sauron—

Ahora era Sam quién llevaba la responsabilidad de destruir el Único, y yo, tan sólo, debía volver a poner en orden las cosas, antes de que la Tierra Media se sumerja en la tiranía de la maldad.


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