La Princesa María galopaba en su majestuoso corcel sin rumbo alguno, tan sólo confiaba en lo que las estrellas del cielo óscuro le decían, su principal razón era escapar de las intenciones que le tenía su padre para ella; desposarla con el hombre más cruel y despiadado que jamás había visto en su vida.
La noche se hacía cada vez más profunda y oscura, las estrellas empezaban a hacerse más brillantes y la Luna era el único faro que había para la joven Princesa [quien sólo se confiaba en su corcel] que no veía señales de vida para, al menos, unos 3 días puesto a que no se había traído mucha agua y comida para su viaje cuyo destino no le tenía pensado. ¿A donde iría pues esta bella mujer? el oeste le miraba con ojos deseosos, el norte le miraba con ilusión, el sur le pedía que huyese lejos y el este le miraba con indignación.
-Cuan terrible es la hora en la que me descubran -pensó y acarició las orejas del caballo. Su pelaje blanco era hermoso, no era común en su reino este tipo de razas ''pues era bastante majestuoso, el sol era opacado por su pelaje'' decía orgullosa la Princesa María cuando se lo habían traido al cumplir doce años, ahora tenía veintiuno y es más que dicho que el lazo de confianza que hay entre ambos es fuerte.
La noche ya transcurría, eran como las tres de la madrugada y no podía ver la frontera de una ciudad, pueblo, lo que sea que esté habitado. María se quejaba de esto ya que sus recursos eran escasos y tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Detuvo su constante camino para dejar descansar a su querido caballo y se sentó en la arena del desierto, indignada haciendo pucheros y cruzandose de brazos, estaba desbatada.
María giró ligeramente los ojos y vió a su lado un collar que brillaba, tanto, que tuvo que achicar los ojos hasta que estos se acostumbraran a la luz, lo tomó con la palma de sus manos y lo admiró durante un buen rato. ¿Que era esto? ¿una bendición de Dios? ¿un buen regalo por sus buenas acciones? ¿o simplemente a alguien con un destino similar se le había caido tal preciosidad durante su camino? tantas teorías y especulaciones zurcaban por la mente de la Princesa pero hizo caso omiso.
Me lo probaré -dijo y se lo coloco suavemente entre el cuello y la garganta-
Cuando se lo había puesto, en un abrir y cerrar de ojos apareció frente a las puertas de un hermoso palacio, tan majestuoso y tan fantasioso ¿era esto un sueño o era otra realidad?. Su corcel estaba a su lado y ambos entraron cuidadosamente por este palacio.
Las puertas se cerraron con un sonido profundo y agudo.
lunes, 29 de julio de 2013
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